lunes, 16 de noviembre de 2009

Salirse Del Camino

Hoy comparto con ustedes este artículo de Leo Alcalá

Te va a suceder. Puedes esperarlo. Quieras o no, es parte del proceso. Y es importante aceptarlo, para que puedas optimizar tu progreso.
¿A qué me refiero? A que te vas a salir del camino. Te vas a desviar. Y eso está bien. Te lo muestro con una de mis metáforas favoritas: el vuelo de un avión entre dos puntos.¿Sabías que un avión, una vez que despega y hasta que aterriza, va a pasar 95% del tiempo fuera de rumbo?

El piloto, antes de salir, prepara el vuelo y define un plan con la intención de desplazarse de manera óptima entre origen y destino. El plan de vuelo marca con precisión una ruta aérea a seguir. Pero es sólo eso, una expectativa. La realidad del proceso es otra. Desde que el avión despega, hasta que aterriza , el piloto va a encontrar que se desvía constantemente del camino ideal que se ha propuesto.

Viene un viento que no se había previsto y éste empuja a la nave. El avión comienza a desviarse de la línea recta virtualmente trazada en el aire. Unos kilómetros más adelante, un cambio de presión atmosférica induce otras variaciones en la trayectoria. Así y constantemente durante el trayecto del vuelo, el avión se mueve y se sale de curso.¿Cómo es que una nave que pasa el 95% del tiempo fuera de curso logra aterrizar, tres horas después en nuestro ejemplo, exactamente en el destino que había determinado?¿Qué le permite al avión “dar en el blanco” aun cuando no logra mantenerse por mucho tiempo en su línea de vuelo?

Una de las claves: corregir. Constantemente el piloto, o la computadora de vuelo, están corrigiendo el curso. La toma de consciencia es el resultado de un proceso de pensamiento previo: la evaluación entre el plan y los hechos.

Volvamos al avión. Recapitulemos el proceso. El piloto diseña su plan de vuelo. El avión despega y prontamente comienza a desviarse por impredecibles situaciones. Rápidamente el piloto o su computadora se dan cuenta de la desviación, gracias a que con cierta frecuencia están comparando el plan con la trayectoria real. Inmediatamente se hace la corrección para reincorporar la nave a la ruta ideal. Ese proceso se repite cientos o miles de veces hasta que se aterriza justo donde se quería.

El proceso incluye: Clarificar el destino al que se desea llegar y planificar la mejor ruta para alcanzarlo. Comenzar a ejecutar el plan. Evaluar constantemente para detectar desviaciones.Corregir de inmediato. Seguir ejecutando el plan. Perseverar con la evaluación, corrección y ejecución del plan hasta alcanzar el destino.

Por esto mismo, la evaluación es continua y frecuente.¿Te imaginas que la computadora de vuelo esté desconectada y que el piloto se ponga a hablar con el co-piloto para, dos horas después, de pronto sentir curiosidad por su posición actual? Un par de horas después lo que comenzó como una simple desviación de un grado ahora representa cientos o miles de kilómetros de desviación. Dos horas después puede ser tarde para intentar corregir.

Por esto, la evaluación no es fortuita ni aleatoria, sino una parte integral de la estrategia. Cada minuto se está comparando la trayectoria actual con la planificada. Cuando una desviación es detectada el piloto no entra en pánico. Ni comienza a juzgarse como un mal piloto. Ni hace que su autoestima se desmorone porque no es capaz de mantener a la nave en una línea recta perfecta. Sin juicio y sin angustia, simplemente ejecuta las acciones correctivas.

Traslademos esto a tu vida. Sea una meta de negocio o relacionada con tu desarrollo profesional o personal, hay varios aprendizajes que podemos puntualizar tomados de metáfora del avión. Anticipa las desviaciones. Van a suceder cosas. Y cuando más creas que lo tienes todo controlado, lo inesperado va a surgir: te cancelan la reunión, te encuentras en medio del tráfico, te descubres repitiendo el hábito que has prometido abandonar, te sientes con la energía por debajo de lo que querías sentir. En este sentido, no te castigues. No pongas en tela de juicio tu capacidad. Simplemente, la desviación es parte del proceso. Evalúa con la frecuencia necesaria para mantener tu eficacia. Muchas personas y organizaciones tienen el peor plan de todos para alcanzar sus metas: una vez que fijan el objetivo comienzan a trabajar pero evalúan su progreso cuando ya ha pasado demasiado tiempo.

Te fijaste una meta para el año que empieza (típicas de esa época se frasean como “En enero comienzo…”, “En enero dejo…”, “En enero arranco…”), pero ¿cuándo es que vuelves a revisar si lo has logrado o no? ¡El próximo diciembre! Ya se fue un año. La desviación es ya demasiado grande. Lo que te queda es volver a incluir la meta en el plan para el próximo calendario.

Imagina si, en vez de evaluar una vez al año, te tomas el tiempo para reflexionar sobre tu desempeño y tu acercamiento o distanciamiento a tus objetivos una vez al mes. Logras multiplicar por doce las probabilidades de tu éxito. ¿Y si emprendes el hábito de revisarte una vez a la semana? ¡Ahora tienes 52 veces más chance de alcanzar tu destino!

Para lograr el éxito no hace falta que seas perfecto. Tu éxito lo que requiere de ti es que te adueñes del proceso de logro con consciencia y constancia. ¿Cómo salirte del camino y aun así llegar a tu destino?

Evaluando y corrigiendo continuamente. No dejando tu éxito a la suerte, sino adueñándote del proceso que implica estar encima de tu desempeño. Sin juicio. Aceptando el error, la desviación y el encuentro con lo inesperado. Pero haciéndote responsable por lo que te toca: perseverar con inteligencia hasta triunfar.

Gracias Leo Alcalá.

Hasta la próxima!

Amalia
+54-11-4723-9512

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